Al iniciar este blog, en aquellos años en que los Juglares
del Duero comenzaron su andadura, teníamos esperanzas de eternidad. Hoy también,
pero otro tipo de esperanza y otro tipo de eternidad, no ya la del artista que
cumple con su obra, sino la del espíritu, que traspasando barreras, llega hacia
su dimensión final o prístina, según se mire, pues las esencias de nuestro ser
se alimentan quizá de lo que está más allá de nosotros mismos como personas
individuales, del lugar de nuestra procedencia, de la meta de nuestro destino,
más allá de la vida terrena y de la muerte terrena.
Empecé este blog cantando “Viene el juglar” y hoy lo cierro
diciendo “Se fue el juglar”. Nino Sánchez, juglar del Duero y del Tormes y de
todos estos ríos que nos circundan por estas tierras, nos ha dicho adiós o
hasta la vista, según se mire, pues no puedo entender que las entidades que se
sustentan sobre nuestra materia, nuestros pies, nuestras manos, nuestra cabeza
y nuestros sentimientos puedan dejar de existir, aunque sí abandonen su cubículo
terrenal, su disfraz de andar por casa, sus tareas de por aquí y este mundo
conocido y pequeño al que venimos a trabajar y a cumplir con nuestras
obligaciones.
Nino cumplió, Nino se
ha ido y aquí quedamos los demás, para seguir remando la barcaza y continuar lo
que un día comenzamos. HASTA SIEMPRE, JUGLAR.
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