Así, con ese grito de entusiasmo, parecía recibirnos El Cid al llegar a Burgos. Justo allí, delante del Teatro Principal, Ángel detuvo el coche y descargamos guitarras, carpetas y resto de material. Él se fue a buscar aparcamiento mientras Nino y yo hacíamos tiempo en el café del teatro.Y es que realmente le "echamos valor" a esta historia. Al contemplar más tarde las torres de la famosa catedral burgalesa, con sus agujas clavadas en el cielo, me detuve a meditar acerca de nuestro trabajo, que pretende tomar el camino de las nubes, el soñador, más allá de las modas, del negocio fácil, más allá de la mercadotecnia al uso, más allá de nuestros propios intereses de "marketing". Ya no tenemos veinte años, la "edad comercial", sin embargo, para nuestra labor actual, es necesario un punto de madurez tanto en lo intelectual como en lo artístico. Este dato lo he comentado varias veces con Nino, cuando se ha planteado en ocasiones aquello de "es una lástima que no hayamos coincidido antes, podríamos haber iniciado este trabajo hace tiempo..."No, no habría sido posible. Nada es casual. Cada cosa en su momento. Es necesario beber de muchas fuentes. A los veinte años yo no tenía la preparación musical, vocal ni intelectual de ahora ni tampoco la experiencia vital para afrontar con paciencia un reto como es éste: trabajar contracorriente.Vivimos en una sociedad de "usar y tirar". Nosotros pretendemos trabajar con un material duradero. Todos los estudiosos e intérpretes del folklore, todos los autores que han bebido de la tradición y han volcado su experiencia en la labor creativa que permite vislumbrar la transparencia de lo heredado, saben muy bien de qué estoy hablando. No nos interesa "la canción del verano", con todo respeto, ni tampoco intentamos ser "cantantes de moda". Somos juglares embarcados en las aguas de un río milenario que arrastra los ecos de una historia de siglos. Nuestra intención es que dichos ecos no se olviden entre la algarabía actual. Somos bardos depositarios de la música y la poesía del pasado. Nuestra labor consiste en enlazarla con el presente y dejar el poso de nuestro tiempo para que otros recojan el testigo en el futuro.De momento quiero enviar a los que nos leéis y compartís ese amor por la cultura que otros nos dejaron, el ánimo plasmado en esa estatua de Rodrigo Díaz de Vivar. ¡Adelante, valientes! Cada uno a lo suyo y a echarle valor.
Por lo demás, los medios burgaleses nos atendieron con total gentileza: prensa, radio y televisión. Cantamos en la Sala de Juntas del Teatro Principal de Burgos dos canciones en directo: "Barcarola" y "Castilla", incluidas en el CD.
Confiamos en regresar pronto a esta hermosa ciudad. Tuvimos tiempo suficiente para pasear un ratito por el paseo de El Espolón y acercarnos hasta Lerma donde nos "castigamos" con un almuerzo a base de lechazo (cordero asado) y ensalada. Luego un café en el Parador de Turismo, ubicado en el antiguo Palacio Ducal. Un alto en el camino disfrutando de la belleza de este edificio, nacido en los inicios del Barroco español, manteniendo aún la sobria elegancia renacentista que alcanzó su cumbre en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. El Palacio Ducal de Lerma heredó ese toque herreriano. Un paseo por la localidad, bajo una lluvia menuda que no nos impidió contemplar el valle del Arlanza desde los miradores. Una jornada de lujo.
