Las aguas del Tormes transcurren mansas continuando el camino que desemboca en el padre Duero como si se tratara de una andadura iniciática. Cada vez que contemplo un río empeñando su esfuerzo en llegar a este gran río tan nuestro, tengo la sensación de que la barcaza de los juglares recibe también la música de todas estas tierras, volcadas en una única voz, una voz de la que formamos parte cuantos hemos trabajado en labores de campo, recogida de música, que de no haber sido por el esfuerzo incansable de cuantos han participado en ello, se habría perdido irremisiblemente. Muchos son los nombres. No me atrevo a citarlos por miedo a olvidarme de alguno. Ya hablaremos de esto más adelante. También muchos estamos en el empeño de crear nuevas canciones en el intento de que aquéllas y éstas encuentren un rincón en la memoria del futuro.
Como la lluvia suave
te esperaba
y llegaste de pronto
como la lluvia mágica
te esperaba.
Oh la cuenca sedienta
de un río que aguarda
ávida y ardiente
su lámina de plata!
Te esperaba.
Te espero como lluvia
nueva, cada mañana
(Ignacio Sanz)