Cuaderno de bitácora de la travesía musical que realizan los cantautores Nino Sánchez y Amparo García-Otero
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lunes, 30 de marzo de 2009

Un brindis


Hoy es mi cumpleaños. No lo digo para que me feliciten los que visitan este blog, no. Sé que ésa es la intención y lo agradezco. Es que cuando llega un día como éste, no sé si les sucederá a ustedes, una tiene la impresión de que algo cambia. Es la dichosa idea de que nos cae "un año más", ya que por esas cosas de la vida, hemos decidido contar el tiempo por años o por vueltas que le damos al astro rey desde este humilde planeta que gira y gira sin ánimo de pararse, de momento.

Nací un 30 de marzo. Podría cantarles aquello de que "el día en que yo nací nacieron todas las flores", aunque suene cursi. No me acuerdo absolutamente de nada de aquella jornada, salvo por algunos detalles que me han contado. Sé que por mi espíritu de no resultar intempestiva, nací a la una menos cuarto de la tarde, que por las mismas y para facilitar el parto, pesé dos kilos y medio y que la comadrona le dijo a mi madre "esta niña va a ser cantante" por la forma en que berreaba nada más llegar a este mundo, supongo que por el susto que me produjo la "bonita experiencia" de "nacer en casa" y percibir que no había médicos ni quirófanos por el entorno. A mi hermano le llevaron a nacer a una clínica. Sé que continué berreando hasta que un día, mi padre, en un alarde de sentido común, le metió un tijeretazo a la tetina del biberón y empecé a succionar como Dios manda. Eran padres primerizos y de aquella etapa yo aprendí que en esta vida, para subsistir, hay que trabajar y si haces un poco de ruido, mejor.

El "acontecimiento", que para mí lo fue, tuvo lugar en Valladolid, en el casco histórico de la ciudad, en la calle de las Angustias (vaya nombrecito). La casa ha desaparecido, como desaparecen poco a poco las imágenes de la infancia, pero no han podido acabar del todo con ella porque al derruirla apareció un resto histórico y al menos ese pedazo de muro continúa en pie. Cuando llega esta fecha, siempre hay alguna lengua indiscreta que pregunta eso de ¿cuántos caen? y para estos casos tengo preparadas algunas respuestas que comparto en este espacio: una es "cumplo uno, no voy a cumplir de dos en dos", otra "pues soy tan antigua como la creación, pues la energía de mi espíritu y mi materia ya estaban presentes en el Big-Bang". Esta última, por el matiz filosófico-metafísico, es la más útil, pues desconcierta a los contrincantes y ya no te preguntan más.

Lo importante es vivir, amigos míos, vivir y cantar, que la música alimenta y alegra el espíritu como ninguna otra cosa. Que siga la tierra dando vueltas alrededor del sol. Los años, pocos o muchos no son más que una cifra que alguien se ha inventado. El arte y la voluntad de vivir, que es otra forma de arte, son cosas que nada tienen que ver con la edad y que se disfrutan en cualquier etapa, desde la infancia hasta la vejez.

Hoy han vuelto las oscuras golondrinas a colgar sus nidos en el patio de mi casa que es particular. También puede sonar cursi. No tanto si tenemos en cuenta que lo ponen todo perdido y que su "hermoso canto" suele darse a eso de las seis de la mañana, como un despertador que no falla. Pero a ver quién es el guapo que las echa. Se me ocurre que lo mejor es unirse a ellas y cantarle al alba, pues cada día que amanece es una bendición. Y una bendición también es cada año que se cumple. Desde mi barcaza de juglaresa del Duero les invito a todos a un brindis: ¡¡SALUD!!

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